A veces es necesario mirar hacia atrás para saber cuánto hemos cambiado nuestra forma de trabajar. ¿Recuerdas cómo era tu trabajo a principios de los 80? La mayoría de las empresas no tenían ordenador, sus sistemas de comunicación se limitaban al fax, el teléfono y las cartas postales.
En los 90, lo habitual era contar con un IBM, monitor de tubo (con su protector anti radiación) y su módem a 56k (ese trasto que hacía ruidos extraños y que se bloqueaba si hablabas por teléfono) y las cosas empezaron a cambiar.
El acceso a la información era más rápido, casi inmediato. Las enciclopedias y la documentación empezaron a informatizarse, con lo que ganábamos un tiempo precioso de rebuscar entre libros. Y a través del correo electrónico empezamos a enviar mensajes y archivos de forma instantánea. Algunos se resistieron al principio, pero el futuro estaba ya asentado. Internet y el ordenador había llegado para quedarse en el trabajo.
La única constante es el cambio, pero internet no sólo mejoró nuestra forma de acceder a la información y comunicarnos. Internet ha supuesto una revolución para nuestra vida, la manera en la que nos relacionamos, creamos nuestra rutina, nuestro desarrollo profesional y nuestro ambiente laboral diario. El acceso a internet parece haber cambiado nuestra vida, pero, ¿nos hemos adaptado correctamente al cambio?
En los últimos años han surgido modelos de oficina que responden a las nuevas necesidades de los equipos de trabajo, quienes buscan maximizar su empeño y hacer más eficiente el uso de los recursos disponibles en la oficina.
¿En qué consiste el cambio?
El cambio hacia una oficina actualizada comprende los siguientes conceptos: movilidad, conexión interdisciplinaria, respuesta en tiempo real y sustentabilidad. Atrás quedaron los cables para conectarse al wifi o el fax. Ya hemos dado paso a las conexiones sin cables, a las tablets y a las sillas de oficina ergonómicas. A través del ordenador llevamos desde las cuentas de la empresa hasta las entrevistas de trabajo.
Según la firma arquitectónica Svigals+Partners, la base fundamental del cambio consiste en el diseño. Sin embargo, con diseño se entiende mucho más que la estética de los muebles de oficina. “El diseño de la oficina forma parte del branding. Posicionar su marca es crucial para las compañías innovadoras y el diseño es un mensaje que transmiten tanto al exterior como al interior, un recordatorio constante de quiénes son”.
Transparencia
En una sociedad cada día más conectada y compleja, no debería sorprendernos que nos relacionemos más en el trabajo. Esto es, mayor cooperación, conversaciones y creatividad. Las relaciones laborales se estrechan hasta el punto en el que desaparecen las paredes de los despachos y cubículos, incluso se difuminan las jerarquías. Es la transparencia el elemento clave para el diseño de las nuevas oficinas. Espacios abiertos y mamparas de cristal para crear salas privadas, donde los empleados acuden a intercambiar ideas u opiniones. grandes salas sin separadores, donde poder interactuar con el compañero con la misma rapidez con la que enviamos un email. No es de extrañar que, en medio de estos cambios, surjan empresas que ofrecen un ambiente laboral colaborativo, como los coworkings. Se trata de espacios compartidos por un grupo de personas, no necesariamente de la misma compañía, pero que comparten el espacio, infraestructura y recursos.